¿Por qué escribo?

¡Hola a todos!

Inauguro una nueva sección en mi blog porque, ya que tengo un blog, aprovecho para desahogarme y contar lo que pasa por mi mente. Puede que sea un texto largo y aburrido (advierto que soy un poco pesada) pero no obligo a nadie a que lo lea. 

Así que dicho esto comienzo con la primera entrada de: "Diario de alguien que sueña con ser escritora".

¿Por qué escribo?

Empezaré diciendo que sí, quiero ser escritora. No es nada extraño. Parece el síndrome de la clase lectora: lees y quieres escribir. Somos como los saltamontes en mitad del campo: das un paso y salen veinte. Lo bueno de esto es que descubres a miles de personas con la misma inquietud que tú. Lo malo es que, como pasa con todo en esta vida, si muchas personas aspiran a lo mismo, no todas lo conseguirán.

 

Pensar así provoca que uno se hunda en la miseria. Por suerte, mi parte persistente sale a la luz en esos momentos y piensa: "hay personas que lo han conseguido, ¿por qué no puedes ser tú una de ellas?". Y esto no sólo va por mí, sino por todo aquél que aspire a algo. Puede que no lo consiga ahora, puede que tampoco en cinco años, ni en diez. Pero entonces, un día, a los noventa y seis años recibiré un e-mail de una editorial diciendo que aceptan mi manuscrito. Saltaré de alegría, si mi cadera me lo permite, y después me enfadaré porque, seamos sinceros, que te publiquen un libro a los cien años de edad mola más que te lo publiquen a los noventa y seis.

  

No nos engañemos, el camino es difícil, y más teniendo en cuenta cómo está la situación actual en España. La publicación de libros no deja de ser un negocio, así que ¿por qué se va a querer apostar por un escritor novel teniendo a miles de autores consolidados? Hay que comprender que es un riesgo para la editorial.

  

Hay quien se frustra tras el rechazo y deja de escribir, y yo pienso: "¡No! ¡No lo dejes!". Todavía no me he enfrentado a eso porque no he enviado nada, pero si algo tengo claro es que nunca voy a dejar de escribir (a no ser que circunstancias de fuerza mayor me lo impidan). Todo esto me conduce hasta el planteamiento de por qué escribe la gente y por qué escribo yo. 

  

¿Para publicar? No. Mentiría si dijera que no me haría ilusión tener mi libro en papel entre mis manos, verlo en la estantería de una librería y descubrir que gente a la que no conozco de nada ha disfrutado con mi obra. ¡Sería tan increíble que me cuesta hasta imaginarlo!

  

Pero yo no escribo por eso. Escribo porque tengo la necesidad de hacerlo. Porque una historia ha surgido en mi mente como una chispa y necesita desarrollarse. Poco a poco, lo que empezó siendo una tontería comienza a inundar mis pensamientos, absorbiéndome por completo. La historia se complejiza, los personajes se definen.

  

No entiendo cómo se puede decir que la escritura es un trabajo. Hay que reconocer que queda muy profesional eso de "estoy trabajando en mi nueva novela", yo misma lo he empleado. Pero para mí escribir no es sinónimo de trabajar, para mí es sinónimo de disfrutar. Escribo en mi tiempo libre y ¡me lo paso pipa con eso! ¡Disfruto como una niña chica en Disneyland!

  

Es difícil de expresar lo que se siente cuando ves que algo que tenías en mente poco a poco va cogiendo forma por medio de palabras. Cuando tus propios personajes se vuelven tan reales que los ves como si fueran tus amigos. Cuando te pones a escribir y, de repente, te das cuenta de que son las cinco de la mañana. Cuando se te ocurre una escena graciosa y no puedes parar de reír. Cuando llegas a un momento duro y te agobias, e incluso derramas alguna lagrimilla. Cuando te emocionas al llegar, por fin, a una escena que llevabas meses planeando y sientes como si tu corazón fuera a escaparse de tu pecho...

  

Y no sólo eso. También disfruto en los momentos en los que mareo a mis pobres amigos con el libro. Porque las charlas con una amiga volviendo del cine a las dos de la mañana no las cambio por nada. Porque tampoco cambio el momento en el que me la encontré bajo un ataque de risa porque estaba leyendo una determinada escena. Porque mis propios amigos sienten que mis personajes también son sus amigos. Porque he conseguido transmitir mi ilusión a la gente más cercana.

  

Puede que no me publiquen esta novela, puede que ni siquiera lo intente, puede que no me publiquen jamás. Pero por todas las emociones que he sentido mientras la escribía (y mientras escribía las otras también) ha merecido la pena.