Los Cinco

                                  Crecí con                                

Inauguro una nueva sección en el blog llamada Crecí con (a la que perfectamente podría haber llamado El rincón de la nostalgia) y lo haré con unos libros muy especiales para mí: Los Cinco de Enid Blyton.
 
Quizás seáis demasiado jóvenes para haber oído hablar de las aventuras de Julián, Dick, Jorge, Ana y Tim. O quizás os suceda como a mí: hayáis crecido con ellos. De la mano de estos libros me aficioné a la lectura.
  

Recuerdo todavía el día en el que mi madre puso uno de ellos en mis manos y me dijo: "yo los leí cuando tenía tu edad, ahora es tu turno". Apenas tenía siete años y ya llevaba a mis espaldas varios libros de El Barco de Vapor de la serie Blanca y Azul. No obstante, en ese momento fue cuando descubrí el verdadero placer de la lectura.

Los diferentes números fueron pasando por mis manos. Primero, los pocos que conservaba mi madre, con las tapas rotas y las hojas amarillentas. Después, los míos propios que fui adquiriendo en fechas especiales como cumpleaños y Reyes.
   
Me es imposible hablar objetivamente de estos libros, pues han marcado mi infancia. Éstos narran las aventuras de tres hermanos (Julián, Dick y Ana), de su prima Jorgina y de Tim, el perro de ésta. Normalmente la trama se desarrolla en el pueblo de Kirrin, donde vive la familia de Jorge y lugar que visitan sus primos durante las vacaciones. Pero no sólo es el pueblo, sino la isla Kirrin, con su magnífico castillo.
  
Los misterios se van sucediendo: robos, contrabandos, secuestros, búsquedas de tesoros...

Quise ser una más de Los Cinco, visitar la isla de Kirrin, vivir aventuras y adentrarme en pasadizos secretos. Y, por supuesto, también deseé probar el delicioso pastel de jengibre de tía Fanny.

No he vuelto a releer la saga y no sé qué podré encontrar si lo hago desde los ojos de un adulto. No obstante, bajo el recuerdo de mi parte infantil, Los Cinco siempre guardarán un lugar especial en mi estantería. Espero poder entregárselos algún día a mis hijos y decirles las mismas palabras que mi madre me dijo a mí. Entonces serán partícipes de las mismas emociones que viví en su momento.